UNA
SINGULARIDAD: LOS “ENCUENTROS” DE NUESTRA SEMANA SANTA
La Semana Santa es una representación
de la Pasión y Muerte de Jesús que se desarrolla a la largo de ese periodo,
pero que en realidad, de acuerdo con los testimonios de los evangelistas, se inicia
el Jueves Santo antes de la Santa Cena y finaliza con la crucifixión, muerte de
Jesús la hora nona, es decir sobre las
tres de la tarde, y su posterior sepultura. La tradición cristiana ha extendido
esta representación desde el domingo anterior, Domingo de Ramos, hasta el Domingo
de Resurrección. A lo largo de ella, en muchos lugares se escenifican los “encuentros”
que María, madre de Jesús, tiene con su hijo. Era una manera de llevar a cabo lo determinado por el Concilio
de Trento para impulsar estas manifestaciones religiosas que exteriorizaran la
Pasión y Muerte de Nuestro Señor.
Son innumerables los lugares donde se
producen estas recreaciones y de diversas maneras, pero en Zalamea se realizan
de manera singular en dos momentos: el primero de ellos durante la procesión
del jueves santo y el segundo al finalizar la del viernes en la puerta del
Sepulcro.
Debemos insistir que se trata de una
manifestación de la Pasión y Muerte con el fin de poner de relieve el dolor que
sufrió la madre de Jesús durante el recorrido, crucifixión y sepultura de hijo.
Hay que aclarar que en los Evangelios
no figuran estos encuentros. La única mención que se hace de ellos es aquel que
nos narra San Juan, que describe que estando ya en la cruz, Jesús ve a su madre
acompañada por su discípulo predilecto y les dice “Madre, he ahí a tu hijo,
hijo he ahí a tu madre”. Por lo demás no existen referencias en los evangelios
a que durante el recorrido haya podido haber algún otro encuentro. Esto no
menoscaba la fuerza religiosa y la fe que transmiten estos actos para expresar
el dolor que una madre puede sentir ante el sufrimiento de su hijo.
Veamos a continuación cuál ha sido la
evolución de estos actos en el marco de los desfiles procesionales de Semana
Santa en nuestro pueblo.
En Zalamea, el primero de los “encuentros”,
como ya hemos dicho tiene lugar el Jueves Santo. Se celebraba probablemente
desde la refundación de la hermandad en el siglo XIX, en aquellos años hay
constancia gráfica de que este “encuentro” se realizaba con la antigua imagen
de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Soledad bajo un palio de
seis varales; es de significar que en aquel tiempo aún no salían penitentes en
la procesión del jueves santo. En 1936 se produce el incendio de la Iglesia y
las ermitas y quedan destrozadas o gravemente dañadas las imágenes. Una vez
finalizada la guerra civil, sobre el año 1943, parece ser, se reanudan las
procesiones con un Crucificado y una imagen de Nuestra Señora de la Soledad del
escultor Bidón, ambas salían tanto el jueves como el viernes santo, por lo que
los “encuentros” se realizaban con esas imágenes . Este Crucificado, el viernes
santo, era depositado en el Santo Sepulcro a falta de un Cristo Yacente,
también destruido durante la guerra civil. En 1950 llega la nueva imagen del
Cristo Yacente, reposando en una urna, del escultor Barbero, con lo que el
viernes ya dispone de una imagen
distinta a la del jueves. A partir de entonces la despedida en el sepulcro ya se hace entre
ella y la Soledad del escultor Bidón.
En 1955 traen la nueva imagen de
Nuestro Padre Jesús Nazareno del zalameño Manuel Domínguez y el encuentro del
jueves comienza a realizarse con ella y con la Soledad de Bidón. En el año 1969
con la llegada de la Virgen de los Dolores, también de Manuel Domínguez, que
saldría en procesión los jueves santos, el encuentro se realiza definitivamente
con las imágenes que hoy conocemos. La singularidad de estos encuentros vienen
determinados por los tres “acercamientos” que se producen el jueves durante los
cuales se entonan los cánticos del “Staba Mater Dolorosa” sin acompañamiento
instrumental. Aunque los “encuentros” del jueves siempre se realizaron en la
calle de la Plaza, en la confluencia con la antigua calleja de la cárcel,
conviene recordar que la construcción del anterior “Paseo Cuadrado” obligó a
desplazarlos al final de la Avenida Andalucía donde se une con la calle
Manovel. Una vez reformada la nueva Plaza, los encuentros volvieron a realizar
donde originalmente se celebraba.
En cualquier caso se trata de los
momentos de mayor intensidad en los desfiles procesionales de Zalamea la Real y
que mayor expectación suscita entre las personas que acuden a presenciar
nuestra Semana Mayor.